viernes, 27 de agosto de 2010

RoseMary's Baby (La Semilla del Diablo)


Esta es una de las parte de la ecena de la pelicuala


NOTICIA ( acerca del libro)

El último 12 de noviembre murió en Nueva York, a los 78 años, el dramaturgo y novelista Ira Levin, autor de la famosa obra El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1967), que en 1968 fue llevada al cine por el director polaco Roman Polanski, con la actuación protagónica de Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon y Ralph Bellamy. Levin había nacido el 27 de agosto de 1929, en la misma ciudad.

Según The New York Times, “la tensión en la obra de Ira Levin está vinculada de manera maravillosa con los acontecimientos cotidianos. La delgada línea entre creer y dudar se revela de manera extraordinaria”. Hacia el final de su vida lamentó que algunas de sus novelas hubiesen incidido en la difusión de la subcultura popular del ocultismo y la demonología.

La obra más importante de Levin es, sin dudas, El bebé de Rosemary, cuya adaptación se convirtió, con el correr de los años, en un clásico del cine de terror psicológico. Un filme que lleva implícito una alegoría sacrílega y casi cuarenta años después sigue manteniendo intactas sus cualidades cinematográficas, las mismas que le permitieron trascender a nivel mundial.

Siguiendo las enseñanzas de Aristóteles, que recomendaba a sus discípulos “oscurecer la historia” como esencia del drama, Polanski imprimió a su película la mayor ambigüedad posible, dejando la puerta abierta de tal manera que pudiera pensarse que toda esa historia era simplemente la fantasía de una mujer infantiloide, incapaz de asumir su embarazo.

¿El bebé de Rosemary no arrastra implícita la creencia en Dios?”, fue una de las preguntas que Edgardo Cozarinsky le formuló a Polanski en una entrevista que realizó en Hollywood, publicada el 18 de marzo de 1969 en la revista Primera Plana. “Para quienes creen, sí –respondió el director–. Para quienes no creen, puede tratarse de las fantasías de una parturienta histérica, obsesionada por su educación religiosa. Yo no creo en Dios, pero sí creo en el miedo y en la agonía que una mente deformada por la religión puede sufrir”.

Polanski logró atrapar al espectador sin recurrir a efectismos de receta. Prefirió que la historia evolucionara con cierta naturalidad, mientras embellecía a la película con elaborados encuadres, una iluminación más bien expresionista, un hábil montaje y la apoyatura de una eficaz banda musical provista por su antiguo colaborador Christopher Komeda, que falleció poco después de concluida la edición del filme.

En los Estados Unidos El bebé de Rosemary fue condenada por la Iglesia católica, no por sus desnudos, sino “por el perverso uso que se hace en el filme de los dogmas fundamentales del catolicismo y la burla hacia la religión y sus representantes”.

http://www.revistacriterio.com.ar/cultura/ira-levin-autor-de-el-bebe-de-rosemary/